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Sobre mí

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A Rosa le hubiese gustado conocer a Julio mucho antes, pongamos que a los siete años, y así haber podido emprender una vida juntos desde siempre y no sólo para siempre.

Me hubiese gustado conocer a Julio mucho antes, pongamos que sobre los siete años, y así emprender una vida juntos desde siempre y para siempre. Pero fue bastante más tarde, una tarde de julio de 1976 durante la inauguración de una exposición de Antonio Saura, en una galería de la plaza de las Salesas, cuando se conocieron y Julio ya me dio el «sí». Él acababa de llegar de Jartum esa misma mañana, donde había estado varios años trabajando en la embajada española en Sudán, donde parece ser que el télex no funcionaba demasiado bien y los temas importantes sobre España se resolvían entre whiskies en el Club Inglés. Contaba que allí lo realmente importante era prestar ayuda a los españoles que se dejaban caer por aquel país, además de las fiestas, las borracheras y las amistades con las prostitutas que trabajaban en el Gordon's Club, cuya ilusión era ahorrar para volver a España y poner aquí a sus «novios» formales talleres de reparación de vehículos o negocios similares. Cuando ya llevaba unos años de editor, se encontró Julio en Madrid a María Teresa, prostituta de pro que no logró montar su taller, pero sí ejercer de madame en Valladolid. El día que murió Franco tampoco funcionaba el télex y tuvieron que ser avisados por los empleados de la embajada estadounidense. ¡Qué papelón! Tuvieron que organizar a toda prisa los responsos y la cena en casa del embajador; y eso que Julio y otros compañeros suyos estaban recién rescatados del desierto de un pequeño accidente de coche, a causa de un hoyo que el conductor, tan borracho como ellos, no logró esquivar. 

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 Fueron años, según él, apasionantes, pero cuando se volvió a España se prometió no volver a Sudán, harto de la demasiada pobreza, lepra, racismo y un sinfín de cosas más que tuvo que ver allí. La exposición de Saura que nos reunió era buena; pero claro, era y mucho mejor salir de fiesta, que ya habría tiempo de volver a verla, como suele ocurrir siempre en las inauguraciones. Yo era una niña «mini», menuda, de apenas cuarenta kilos con taconazos. «Ya has mordido el anzuelo -me dijo Julio-, pero yo te dejo el sedal muy largo». A los tres años ya vivían juntos y, como él había empezado en el mundo de la edición a los quince años, aunque le tiraban mucho más África y la errabunda vida diplomática, echaron a el «pinto pinto» el montar una editorial o bien seguir viajando por extraño mundo de las embajadas. Acababan de ofrecerle un destino muy apetecible en Singapur, donde se iba a crear una cancillería recién establecidas las relaciones entre ambos países, pero con las maletas ya hechas, se malbarató el compromiso entre España y el país asiático. La opción era Moscú, pero no estaba yo para esos fríos y, tras muchas deliberaciones, optamos por montar finalmente la editorial en Madrid, y así nos plantamos en los años ochenta.

Sobre mi obra

 El estilo único de la artista Rosa de Julio. Sus obras son conocidas por su uso de colores vibrantes y elementos surrealistas. 

En sus pinturas y collages, es común encontrar medias caras con dos ojos en la misma parte de la cara, lo que crea una sensación de distorsión y fantasía. Además, dragones dibujados sobre fondos negros añaden un toque de misterio y dramatismo a sus piezas.

Las referencias a Juanelo de Toledo y la kombucha en su obra están relacionados con su fascinación por Juanelo, la historia y la cultura, así como con temas contemporáneos y de la vida cotidiana.

Rosa de Julio es una artista que fusiona lo tradicional con lo moderno, creando un estilo distintivo y cautivador.

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Contacto

Rosa Ramos
 
Mail: rosadejulio24@gmail.com
 
Tel: +34 669 46 42 65

 

Dragón sobre patines en fondo negro
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